domingo, 29 de mayo de 2022

¡¡¡GANÉ LA CARRERA MAYA!

 


No es información, es el título de mi comentario editorial de hoy.

Cuando nos metemos al mar y sentimos el agua fría, lentamente nos vamos adaptando y comenzamos a disfrutar de la misma. Cuando ingresamos a un lugar oscuro, nuestros ojos se van ambientando y terminamos viendo lo que nos rodea. Lo mismo sucede ante situaciones de frío, calor, lluvia e incluso dolores.

La capacidad de adaptación de los humanos ante circunstancias anormales es tan grande que, por ejemplo, en la Argentina hay muchas personas que ya no se sorprenden por situaciones que en la mayoría de los países que viven en regímenes democráticos, causarían incredulidad y profundo rechazo.

Vivimos en una democracia donde nuestro Presidente, pide un aumento de las retenciones que se aplican a las exportaciones a las nueve de la mañana, y tres horas después su ministro del área lo contradice rotundamente. El último jueves,la portavoz del gobierno manifestó que la oposición debiera avalar en el congreso la suba de tales retenciones, el mismo día a la tarde el Ministro de Agricultura decía: "Vengo de estar una hora y media con el Presidente y les aseguro que las retenciones no se tocan".

La población está soportando una inflación galopante que no deja de inquietarnos y el gobierno nacional dispone cambiar la ilustración de los billetes, en una medida que sólo implica gastos para el estado y ningún efecto práctico para la economía.

La justicia argentina condenó a quien ejercía la función de Embajador de la república en Israel a ocho años de prisión e inhabilitación absoluta por corrupción. El 7 de abril presentó su renuncia y, pese a que informó que aceptaba la dimisión, el Gobierno de Alberto Fernández todavía no envió a Israel el decreto con el fin de su misión diplomática. Es decir, su desvinculación no se hizo efectiva, por lo que, sorprendentemente, encabezó la celebración del 25 de Mayo en la sede diplomática, casi simultáneamente con la realización de la Carrera Maya en Buenos Aires.

El señor Presidente dictó en el comienzo de la pandemia de covid, la prohibición de realizar reuniones sociales, no obstante, él mismo la vulneró celebrando clandestinamente el cumpleaños de su compañera en la residencia presidencial de Olivos. Denunciado penalmente, ofreció clausurar la causa abonando la pareja, voluntariamente, tres millones de pesos. Dinero que obtuvo a través de un préstamo bancario.

Jamás asimilé ni lo haré que, subvirtiendo las jerarquías naturales, un ministro desautorice a su presidente; cambiar las imágenes en los billetes y no imprimir denominaciones de mayor valor, que la banca y los sectores productivos reclaman, parece una humorada de mal gusto; me desalienta la vergüenza diplomática de que un delincuente condenado, pueda ostentar autoridad en una celebración patria en otro país; me indignó que el primer mandatario no enfrentase como debía el juicio por su mal proceder en la celebración del cumpleaños de su compañera. Me siento burlado, cuando el señor Alberto Fernández se hace el pobre solicitando un préstamo bancario por una cifra que, enorme para la mayoría de los ciudadanos de este gran país, es menos de lo que su compañera de fórmula, la señora Cristina Fernández, percibe mensualmente por pensión y jubilación. Bien podría haberle hecho un préstamo ella, o tendrá dudas en cuanto a la devolución del mismo.

Por lo expuesto, considero totalmente legítimo haber titulado este comentario como ¡¡¡GANÉ LA CARRERA MAYA!!! No es una mentira, tampoco falsa ostentación. Entre más de once mil participantes, arribé a la meta en la posición 4.878, entre los varones en la 2788, en mi categoría, mayores de 70 años, con un tiempo de una hora cinco minutos y treinta segundos, vigésimo primero entre treinta y ocho participantes. Y entonces? cómo decir que gané, lo sostengo, gané yo y cada uno de los miles de participantes que completaron el recorrido, porque con excepción de los de élite, al resto nos motorizó la ansiedad por participar, por llegar, por vivir la fiesta, porque nos cuelguen la medalla al cruzar la meta. Y vaya si lo logramos, corrimos los diez kilómetros bajo una tenaz y persistente lluvia, la mojadura y el frío calaban nuestros cuerpos pero no nuestros espíritus, reconfortaba asistir a cada llegada, se sucedían los abrazos, las felicitaciones, en muchos casos las lágrimas. Viva el deporte, vivan las mentes sanas, felicitaciones a todas y todos los ganadores de la cuadragésima sexta edición de la Carrera Maya.

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