Hace algunos años le pedí al entonces presidente de la Diputación de
Pontevedra, Rafael Louzán, la reedición del libro “La Cuna Gallega de Cristóbal
Colón”, oportunamente publicado por el Centro Gallego de Buenos Aires en 1961.
La respuesta del señor Louzán fue: “E ti crees niso”. Resignadamente le deslicé
un “lo importante no es que lo crea yo, sino que también lo creyeron, la
condesa de Pardo Bazán; Ramón del Valle Inclán; Castelao y muchas mentes
gallegas privilegiadas más, así como el notable investigador asturiano Rafael
Calzada e incluso personalidades no españolas. Ningún efecto positivo, el
prejuicio del “genovés” se había impuesto una vez más.
La semana anterior se me acercó una trabajadora del
Centro Gallego y con mucho respeto me dijo que “yo la había decepcionado y que se arrepentía de haber aconsejado a los
socios que me votasen en la elección del 10 de septiembre”. Inmediatamente quise entablar un diálogo que
sólo pudimos mantener algunos días después. Esta mujer, merece toda mi admiración,
me dijo mirándome a la cara, lo que los prejuicios instalados más las mentiras
e inmoralidades, volcadas, no sólo en las redes sociales sino también en
comentarios de pasillo, tratan de instalar como algo importante en la actual
situación del Centro Gallego, mi negativa a asumir la presidencia de la
institución.
Antes de continuar quiero invitar a toda persona que
me adjudique haber mentido desde el inicio de la campaña electoral hasta hoy, a
que se acerque a la emisora en el horario de emisión del programa y debatir
cara a cara esa supuesta mentira.
A una persona que me dijo en Facebook “no mientas más” y reiteradamente lo repite aún delante de mí, la invité públicamente a venir a decirlo ante el micrófono pero jamás aceptó.
A una persona que me dijo en Facebook “no mientas más” y reiteradamente lo repite aún delante de mí, la invité públicamente a venir a decirlo ante el micrófono pero jamás aceptó.
Yo nunca le mentí a los socios, como descaradamente
lo hicieron y hacen personas inmorales que mencionan, entre otras burradas, la
posibilidad de futuros emprendimientos inmobiliarios en el predio de nuestro
hospital y adyacencias, conllevando ello algún tipo de beneficio personal para
mí. Absurdo total. Pese al prejuicio de la importancia de la figura del
Presidente de la institución, que por cierto lo es pero muy alejado de la
omnipotencia, en la actual situación de la entidad, lo manifesté y sostengo
desde el principio, sólo existen dos posibilidades: La no querida por los
socios, quiebra y desaparición, o una transferencia del servicio prestacional
de salud a través de una venta o gerenciamiento. Ante cualquiera de las
opciones, el Presidente y su Junta Directiva, no tienen ni podrán tener ninguna
injerencia en la resolución final. Ante la temida quiebra el desenlace sería
judicial y, para que se pueda concretar alguna de las opciones de sobrevida, su
aprobación deberá avalarla la Asamblea de Representantes de la institución, en
la que están representadas las seis agrupaciones políticas y de la que no
participan los integrantes de la Junta Directiva ni lógicamente el Presidente.
El lema que instalé durante la campaña fue “basta de
dilaciones y basta de intervenciones”. Sigue tan vigente como el primer día,
aunque hoy le adosaría un, basta de penurias laborales, y voy a aclarar las
tres consignas.
El basta de dilaciones se refería
a la saga de asambleas en las cuales jamás se cristalizó un atisbo de solución.
Ésta no llegó pero no hemos vuelto a tener otra asamblea, por la sencilla razón
de que nunca más el grupo Ribera Salud,
amplió la incompleta propuesta escrita que formulara el 10 de noviembre del
2017, ni se recibió ninguna otra propuesta. Ante la llegada de una oferta de
compra o gerenciamiento, ésta será tratada inmediatamente en asamblea sin
ningún tipo de dilaciones.
El basta de intervenciones, fue
algo que sólo propuso la Agrupación A Terra, que presido. La única forma de
desplazar a la intervención es con la asunción de una Junta Directiva integrada
por los asociados que, reitero, sólo tuvo un candidato a la presidencia, yo
mismo.
El desconocimiento y algunos prejuicios, por parte de
las personas de bien, motivan que las mismas adjudiquen mi “no asunción” a una
falta de responsabilidad. La
intolerancia hacia el que piensa distinto y la inmoralidad, provocan en otros
la descarga desacreditadora y hasta el insulto que se me dispensa,
principalmente, a través de las redes sociales y de los correveidile dentro de
la institución.
Aclarando por
enésima vez que, mi elección no afectó los planes de nadie, puesto que no había
otro postulante, paso a exponer mis razones para la “no asunción”: Motiva mi
decisión –ojalá sea transitoria-, la modificación sustancial de las condiciones
que deben afrontar las autoridades que releven a la intervención en el Centro
Gallego, a saber: Cuando en el mes de junio del 2018 me aboqué a la tarea de
conformar una lista para intervenir en los comicios del mes de septiembre, el
Centro Gallego tenía asignados tres cargos de dirección en la Obra Social
OSPAÑA, un Director Titular, un Suplente y un integrante de la Comisión Revisora de Cuentas.
Quince días después de mi elección, en un extraño acto administrativo del
estado argentino con la aquiescencia de la Xunta de Galicia y el Gobierno de
España, el Centro Gallego perdió cualquier representatividad que pudiera
pretender en la obra social OSPAÑA. Este tema es fundamental para mi “no
asunción” como Presidente del Centro Gallego, pues implica despojarnos de un
ingreso económico imprescindible para la conservación del patrimonio cultural
de la institución. Pero hay otro motivo determinante para avalar mi postura, la
cuantiosa deuda con los trabajadores de la entidad. Si bien la misma existe
desde hace más de cinco años, luego de mi elección como Presidente, además de
elevarse, peligrosamente, incorporó un componente absolutamente imposible de
asumir por las eventuales autoridades del Centro Gallego de Buenos Aires.
Cientos de trabajadores se acogieron a un retiro voluntario del que
prácticamente no han recibido una mínima parte de la comprometida compensación
económica pactada como contraprestación a tales retiros. Si el estado argentino,
representado por la intervención, no puede afrontar los compromisos firmados, alguien
despojado de toda subjetividad ¿puede creer que sería un acto de
responsabilidad de mi parte asumirlos?
Ante todas las
personas de bien, me comprometo a asumir el cargo para el que mayoritariamente
me eligieron los socios del Centro Gallego, el día que pueda garantizarle a la masa societaria, una atención sanitaria de calidad a perpetuidad; a los trabajadores, el cobro total por, deudas
salariales y retiros voluntarios o involuntarios, además de obtener un claro
compromiso de las autoridades argentinas de permitirnos continuar nuestro legítimo
reclamo por la obra social OSPAÑA, pese a la manifiesta e indigna oposición de
los Gobiernos, gallego y español.
Ramón Suárez Álvarez
Presidente electo del Centro Gallego de Buenos Aires