La
muerte en 1474
del
Rey Enrique IV
cambió
trágicamente, el futuro de
Galicia y
los gallegos. Tal deceso propició el
comienzo de
la guerra de sucesión entre su hermana Isabel de Castilla (Isabel la
Católica) y su hija Juana de Castilla, quien
era la
legítima heredera, conocida como Juana la Beltraneja. La
nobleza gallega se dividió,
entre
quienes apoyaban a una y otra,
resultando
el reino de Galicia el principal oponente
a Isabel la Católica,
usurpadora
de
un trono que no le correspondía. Era la cuarta en la línea
sucesoria. En
su
estado había
dos policías,
la Santa
Hermandad, era
la
política y la
Santa
Inquisición, la
del
pensamiento, caracterizada
por el
uso generalizado de la tortura (aplicada
con ocho métodos distintos, a cual más perverso)
para obtener confesiones y, la quema en la hoguera de los supuestos
culpables, por
lo que el primer inquisidor y confesor de la reina Isabel,
Torquemada, es
sinónimo de crueldad, intolerancia religiosa y fanatismo.
Isabel
y Fernando concibieron un plan siniestro para someter a Galicia. Lo
llamaron la doma del reino de Galicia, posteriormente denominado por
Castelao, como doma y castración
del Reino de Galicia”.
Se
propusieron aniquilar
a
los nobles gallegos que habían apoyado la candidatura de Juana la
Beltraneja, enviaron ejércitos a Galicia para someter a los nobles
opositores, eliminando toda la resistencia que encontraban a su paso,
como afirma el cronista de los Reyes Católicos: “que
ya parecía crueldad, y era entonces necesaria; y por eso se hacían
muchas carnicerías
de hombres”.
Prohibieron
las celebraciones
de
bodas y bautizos en
la forma que
se acostumbraba, durante varios días, prohibieron todas las
reuniones de más de 6 personas, so pena de muerte, prohibieron
nuestra lengua,
(castigo
que duró cinco siglos)
mandaron arrancar los
olivos,
entre
otras graves vejaciones.
A los nobles que tenían arraigo y poder en Galicia los trasladaron a
otras regiones, lo mismo hicieron
con eclesiásticos y maestros, enviándolos
lejos de Galicia.
En
el año 1486 los monarcas castellanos peregrinaron a Santiago de
Compostela para implorar ayuda al Apóstol para la reconquista de
Granada, proponiéndose
entonces construir un centro de salud para atender a los peregrinos
que, generalmente, muy maltrechos arribaban a la ciudad.La obra se
comenzó en 1501 y diez años después se inauguró el Hospital
Real. Funcionó como tal hasta 1953 y al año siguiente
el Estado reabrió sus puertas convertido ya, en el gran hotel de
lujo Hostal de los Reyes Católicos.
No
obstante ser denominado
oficialmente
Parador
de Santiago de Compostela, en
la red de Paradores Nacionales a la que se integró en
1986, en
su majestuosa entrada está identificado como Hostal dos Reis
Católicos y, la Xunta de Galicia y el concello de Santiago, también
lo promocionan así en sus respectivas páginas de turismo.
A
mi me resulta totalmente ofensivo que
en el lugar más emblemático de Galicia, en el punto neurálgico al
que invariablemente concurren todos los turistas que visitan nuestra
tierra, se rinda pleitesía a la memoria de dos seres absolutamente
nefastos para tantas generaciones de gallegos. El nombre de Hostal de
los Reyes Catolicos, fue impuesto durante la dictadura. Propongo que
en democracia, más pronto que tarde, se lo destierre
definitivamente.
O Muxo