domingo, 24 de febrero de 2019

PREJUICIOS, MENTIRAS E INMORALIDADES

"Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio" (Albert Einstein)


Hace algunos años le pedí  al entonces presidente de la Diputación de Pontevedra, Rafael Louzán, la reedición del libro “La Cuna Gallega de Cristóbal Colón”, oportunamente publicado por el Centro Gallego de Buenos Aires en 1961. La respuesta del señor Louzán fue: “E ti crees niso”. Resignadamente le deslicé un “lo importante no es que lo crea yo, sino que también lo creyeron, la condesa de Pardo Bazán; Ramón del Valle Inclán; Castelao y muchas mentes gallegas privilegiadas más, así como el notable investigador asturiano Rafael Calzada e incluso personalidades no españolas. Ningún efecto positivo, el prejuicio del “genovés” se había impuesto una vez más.
La semana anterior se me acercó una trabajadora del Centro Gallego y con mucho respeto me dijo que “yo la había decepcionado y  que se arrepentía de haber aconsejado a los socios que me votasen en la elección del 10 de septiembre”.  Inmediatamente quise entablar un diálogo que sólo pudimos mantener algunos días después. Esta mujer, merece toda mi admiración, me dijo mirándome a la cara, lo que los prejuicios instalados más las mentiras e inmoralidades, volcadas, no sólo en las redes sociales sino también en comentarios de pasillo, tratan de instalar como algo importante en la actual situación del Centro Gallego, mi negativa a asumir la presidencia de la institución.
Antes de continuar quiero invitar a toda persona que me adjudique haber mentido desde el inicio de la campaña electoral hasta hoy, a que se acerque a la emisora en el horario de emisión del programa y debatir cara a cara esa supuesta mentira. 
A una persona que me dijo en Facebook “no mientas más”  y reiteradamente lo repite aún delante de mí, la invité públicamente a venir a decirlo ante el micrófono pero jamás aceptó.
Yo nunca le mentí a los socios, como descaradamente lo hicieron y hacen personas inmorales que mencionan, entre otras burradas, la posibilidad de futuros emprendimientos inmobiliarios en el predio de nuestro hospital y adyacencias, conllevando ello algún tipo de beneficio personal para mí. Absurdo total. Pese al prejuicio de la importancia de la figura del Presidente de la institución, que por cierto lo es pero muy alejado de la omnipotencia, en la actual situación de la entidad, lo manifesté y sostengo desde el principio, sólo existen dos posibilidades: La no querida por los socios, quiebra y desaparición, o una transferencia del servicio prestacional de salud a través de una venta o gerenciamiento. Ante cualquiera de las opciones, el Presidente y su Junta Directiva, no tienen ni podrán tener ninguna injerencia en la resolución final. Ante la temida quiebra el desenlace sería judicial y, para que se pueda concretar alguna de las opciones de sobrevida, su aprobación deberá avalarla la Asamblea de Representantes de la institución, en la que están representadas las seis agrupaciones políticas y de la que no participan los integrantes de la Junta Directiva ni lógicamente el Presidente.
El lema que instalé durante la campaña fue “basta de dilaciones y basta de intervenciones”. Sigue tan vigente como el primer día, aunque hoy le adosaría un, basta de penurias laborales, y voy a aclarar las tres consignas.
El basta de dilaciones se refería a la saga de asambleas en las cuales jamás se cristalizó un atisbo de solución. Ésta no llegó pero no hemos vuelto a tener otra asamblea, por la sencilla razón de que nunca más el grupo  Ribera Salud, amplió la incompleta propuesta escrita que formulara el 10 de noviembre del 2017, ni se recibió ninguna otra propuesta. Ante la llegada de una oferta de compra o gerenciamiento, ésta será tratada inmediatamente en asamblea sin ningún tipo de dilaciones.
El basta de intervenciones, fue algo que sólo propuso la Agrupación A Terra, que presido. La única forma de desplazar a la intervención es con la asunción de una Junta Directiva integrada por los asociados que, reitero, sólo tuvo un candidato a la presidencia, yo mismo.
El desconocimiento y algunos prejuicios, por parte de las personas de bien, motivan que las mismas adjudiquen mi “no asunción” a una falta de responsabilidad. La intolerancia hacia el que piensa distinto y la inmoralidad, provocan en otros la descarga desacreditadora y hasta el insulto que se me dispensa, principalmente, a través de las redes sociales y de los correveidile dentro de la institución.
Aclarando por enésima vez que, mi elección no afectó los planes de nadie, puesto que no había otro postulante, paso a exponer mis razones para la “no asunción”: Motiva mi decisión –ojalá sea transitoria-, la modificación sustancial de las condiciones que deben afrontar las autoridades que releven a la intervención en el Centro Gallego, a saber: Cuando en el mes de junio del 2018 me aboqué a la tarea de conformar una lista para intervenir en los comicios del mes de septiembre, el Centro Gallego tenía asignados tres cargos de dirección en la Obra Social OSPAÑA, un Director Titular, un Suplente y un integrante de la Comisión Revisora de Cuentas. Quince días después de mi elección, en un extraño acto administrativo del estado argentino con la aquiescencia de la Xunta de Galicia y el Gobierno de España, el Centro Gallego perdió cualquier representatividad que pudiera pretender en la obra social OSPAÑA. Este tema es fundamental para mi “no asunción” como Presidente del Centro Gallego, pues implica despojarnos de un ingreso económico imprescindible para la conservación del patrimonio cultural de la institución. Pero hay otro motivo determinante para avalar mi postura, la cuantiosa deuda con los trabajadores de la entidad. Si bien la misma existe desde hace más de cinco años, luego de mi elección como Presidente, además de elevarse, peligrosamente, incorporó un componente absolutamente imposible de asumir por las eventuales autoridades del Centro Gallego de Buenos Aires. Cientos de trabajadores se acogieron a un retiro voluntario del que prácticamente no han recibido una mínima parte de la comprometida compensación económica pactada como contraprestación a tales retiros. Si el estado argentino, representado por la intervención, no puede afrontar los compromisos firmados, alguien despojado de toda subjetividad ¿puede creer que sería un acto de responsabilidad de mi parte asumirlos?
Ante todas las personas de bien, me comprometo a asumir el cargo para el que mayoritariamente me eligieron los socios del Centro Gallego, el día que pueda garantizarle a  la masa societaria, una atención sanitaria de calidad a perpetuidad;  a los trabajadores, el cobro total por, deudas salariales y retiros voluntarios o involuntarios, además de obtener un claro compromiso de las autoridades argentinas de permitirnos continuar nuestro legítimo reclamo por la obra social OSPAÑA, pese a la manifiesta e indigna oposición de los Gobiernos, gallego y español.

Ramón Suárez Álvarez
Presidente electo del Centro Gallego de Buenos Aires




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