domingo, 11 de agosto de 2019

EL MUNDO DOBARRO -Editorial del 11-VIII-2019

Cuando el 12 de marzo de 2006 el presidente Pérez Touriño anunciaba, en la Sociedad Rural en Palermo, la futura creación de una oficina delegada de la Xunta de Galicia en Buenos Aires, muchos recibimos con alborozo lo que considerábamos una gran noticia, los hechos nos dieron la razón.

La oficina se transformó en el lugar de acogida para trámites, consultas y gestiones a realizar ante la administración gallega. Las ayudas y programas eran informadas a la ciudadanía a través de los distintos medios de prensa vinculados a la colectividad, quienes eran permanente notificados por la oficina de prensa de la Delegación. Esta función fue desactivada por el señor Delegado hace ya algunos años y con ello los medios dejamos de recibir tales informaciones, por lo menos los insumisos.
                                             
Quienes se acercan a la Delegación son presta y correctamente atendidos por la persona asignada a la vigilancia y normalmente siguen las tramitaciones con absoluta normalidad.                                                   
Lo que a mi no me resulta normal, haciéndome creer que vive en su propio mundo, son algunos comportamientos del señor Delegado que paso a detallar e intentar interpretar:
Hace más de tres años se emplazó un busto en piedra de Castelao, realizado por la escuela de Canteiros de Pontevedra,  en la plazoleta que lleva su nombre. Tal obra fue peticionada por el delegado Alejandro López Dobarro, no obstante, al día de hoy nunca se realizó la inauguración de tan magna realización. Resulta extraño, el Partido Popular tan afecto a las fastuosas inauguraciones, no prestándose a recibir un merecido agradecimiento, que gustosamente tributaríamos muchos ciudadanos ¿o será que el señor Delegado no se anima a convocar a alguien, por el temor a que se evoquen las grandes virtudes del "Guieiro" con las que él dificilmente comulgue?

El Delegado es a Galicia lo que el Embajador al Reino de España, no obstante analizando su comportamiento, difícilmente se pueda establecer algún tipo de parangón. Mientas el Embajador suele acompañar las celebraciones públicas de la colectividad española, el señor López Dobarro, brilla por su ausencia en destacadas celebraciones de la colectividad gallega. Así, el último 25 de julio, Día de Galicia y del Apóstol Santiago, no sólo no concurrió al acto celebratorio realizado en el Teatro Castelao del Centro Gallego, al que fuera invitado con esquela entregada en la propia Delegación, sino que ni  siquiera la contestó. Es posible que se tratáse de un "sincericidio" póstumo  ya que, desde su condición de vicepresidente de la Obra Social OSPAÑA, avaló con su voto la reforma del estatuto de la misma que posibilitó que el Centro Gallego fuese expulsado de ésta. La invitación se le cursó por cortesía y creo que, mínimamente, ameritaba una respuesta en idéntica condición. ¿O esta negación confirma mi presunción de que lo del interés por el patrimonio cultural es mera postinería? Ese mismo día, en la sede social del Centro Galicia, se descubrió una placa otorgada por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires al Centro Galicia, por los cuarenta años de su fundación y el reconocimiento al importante aporte social y cultural a la Ciudad. Ante la presencia de autoridades argentinas y  españolas, contrastó la ausencia del señor Delegado de la Xunta de Galicia que, curiosamente, desempeña sus funciones en el mismo edificio donde se descubrió la placa. Un día después, en el mismo sitio, la institución que, conjuntamente con el gobierno gallego, comparte la formidable labor de gestionar un colegio gallego en la República Argentina, el Instituto Santiago Apóstol, realizó una cena aniversario a la que lógicamente fue invitado el señor Delegado de la Xunta de Galicia, y a la que dentro de la lógica del "Mundo Dobarro", éste no asistió un año más. El Embajador de España estaba fuera del país, pero la diplomacia española dijo presente con las siguientes personas:  el cónsul general, Javier Gil Catalina; el cónsul adjunto, Jorge Noval; y el consejero de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, José Castro Navas, entre otros. Merecen destacarse también las presencias de personalidades argentinas, entre otras, el director de Migraciones de la República Argentina, Horacio García; el exministro de Salud, Jorge Lemus; el diputado de la legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Ariel Álvarez; así como destacadas personalidades del ámbito cultural, como los miembros de la Academia Argentina de Letras José Luis Moure y Antonio Requeni y la escritora de origen gallego María Rosa Lojo. Las entidades de la colectividad gallega y del resto de España, tuvieron una presencia abrumadora. La lógica del "Mundo Dobarro" marcó que el señor Delegado de la Xunta de Galicia en Buenos Aires, don Alejandro López Dobarro, no concurriese a tan destacada celebración. Por si alguien no lo recordase, el Centro Galicia de Buenos Aires, es la entidad que con un notable gesto -había sectores que se oponían-, permitió que la Xunta de Galicia pudiese presentar, por primera vez fuera de la Argentina, la magistral obra "A Derradeira Leición do Mestre", a través de un préstamo realizado para facilitar su contemplación y el disfrute de nuestros paisanos, durante seis meses, en la Ciudad de la Cultura en Santiago de Compostela.

Si la diplomacia tiene como misión,representar a un gobierno ante sus ciudadanos en la diáspora y el propio estado receptor, esto no se estaría cumpliendo en nuestro caso, salvo, lógicamente en la lógica del "Mundo Dobarro".

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