Lo primero que voy a explicar es,
cuales y que son las agrupaciones del Centro Gallego y su situación actual. Las agrupaciones
son grupos de socios que, desde las
mismas, participan de la vida política de la institución, siendo sus
integrantes quienes luego de participar
en las elecciones, cubren los distintos cargos estatutarios del Centro. Durante
algo más de los últimos cincuenta años, las agrupaciones eran 5 y todas ellas
participaron de la dirección de la entidad hasta el año 2012. Estas cinco
agrupaciones eran: A Terra (a la cual pertenecí); Breogán; Celta; Galicia y;
Unión Gallega. En la actualidad hay una sexta agrupación, Salud y Cultura, que
fue creada desde que el Centro está intervenido. Antes dije que las
agrupaciones eran cinco y paso a explicar el eran: Durante 20 años hubo un
pacto de gobernabilidad, por el que, todas se distribuían de forma consensuada
los cargos que se renovaban y, ocuparon una vez cada una la presidencia en los cinco
períodos comprendidos. El pacto finalizó en el año 2010 y no fue renovado. Se
realizó el correspondiente proceso eleccionario y la coalición que formaran
Galicia y Unión Gallega, se impuso en los comicios, obteniendo con ello la
presidencia del Centro y las correspondientes mayorías, preestablecidas, en los
distintos cuerpos estatutarios, repartiéndose los cargos de la minoría entre
las agrupaciones, A Terra, Breogán y Celta que, conformaran la coalición
derrotada la que además contaba con la bendición de la Xunta de Galicia,
avalada por la fotografía del presidente Núñez Feijóo junto al candidato presidencial,
José Luis Seoane, curiosamente o no, hoy presidente de la Obra Social OSPAÑA.
Asumida la administración del Centro, entonces
gerenciado sanitariamente por la Fundación Galicia Saúde, (integrada
igualitariamente por el propio Centro Gallego y la Xunta de Galicia) rápida e
irresponsablemente, la mayoría de integrantes de la Junta Directiva que
respondían a las agrupaciones Galicia y Unión Gallega, resolvieron disolver tal
fundación y que la institución recobrase su funcionamiento histórico, con la
total potestad de las actuaciones a cargo de la comisión directiva y los
cuerpos estatutarios.
Aquí debo aclarar que lo de irresponsablemente, no
es por el resultado obtenido, sino, porque se hizo sin tener ningún plan
alternativo para paliar la inminente disminución de ingresos que representaba
la desvinculación del gobierno gallego y sus importantes aportes económicos.
Transcurridos dos años del nuevo gobierno, se
realizaron las elecciones, denominadas de medio mandato, donde debían renovarse
el 50% de los cargos estatutarios. Antes de la convocatoria, las agrupaciones,
A Terra, Breogán y Celta, pidieron a todos sus miembros que renunciasen a los
distintos cargos ocupados, lo que fue aceptado en su casi totalidad. Ninguna de
estas tres agrupaciones se presentó a la convocatoria eleccionaria, por lo que,
después de 22 años, el Centro Gallego de Buenos Aires, pasó a ser dirigido sólo
por las agrupaciones Galicia y Unión Gallega.
Esa fecha indudablemente marcó la desaparición real
de las agrupaciones A Terra, Breogán y Celta, de la vida política del Centro
Gallego pero no de nuestras vidas, porque quienes las representaban quitaron a
la obra social OSPAÑA, de la institución que le diera vida y años después
vergonzosa e inescrupulosamente reformaron los estatutos de la misma, -con el
aval del Gobierno de España y de la Xunta de Galicia- desafectando totalmente
de la misma a la institución que motivara su creación, es decir, el propio
Centro Gallego de Buenos Aires.
La realidad nos impuso que, en el Centro sólo
quedaban dos agrupaciones, Galicia y Unión Gallega. Al poco tiempo renunció el
presidente Carlos Vello, lo reemplazó la señora Marta Donsión (quien siguió
manteniendo su condición para la Xunta de Galicia, con el Centro intervenido
judicialmente por el estado argentino). La situación económica desesperante,
traducida en paros y abandonos de puestos de trabajo, motivada por las grandes
deudas con la plantilla de trabajadores, motivó finalmente, avalada incluso por
pedido de los propios asociados, la intervención judicial de la entidad.
La intervención fue dispuesta para que trabajase en
colaboración con la Junta Directiva existente, pero, ésta seguía manejando la
situación desconociendo absolutamente cualquier tipo de facultades que pudiese
tener Carlos La Blunda, quien era el interventor designado. Entre otras perlitas,
contrataron como gerente de asuntos legales al famoso espía Ciro James, juicio
mediante, despedido luego por La Blunda; despojaron del cargo de subdirector
médico al doctor Javier Santos, cargo que le restituyó el interventor. Ante
estas trascendentes decisiones y otras menores, repito, inconsultas con el
Interventor, éste solicitó al juez interviniente el desplazamiento de la junta
directiva. Aprobada la petición, comenzó una etapa de reconstrucción de la casi
nula entonces prestación de servicios a los asociados, se habilitaron servicios
y áreas que habían dejado de funcionar, se instaló un moderno tablero de
electricidad que permitía la ocupación plena del hospital, increíblemente el
anterior tenía alguna llave “calzada” con un destornillador para que no
“saltase” y no toleraba un consumo pleno, se instaló un nuevo tomógrafo hace
menos de tres años y, de pronto, otra vez las agrupaciones, Galicia y Unión Gallega,
las que condujeron al Centro a la Intervención Judicial.
El juez que dispuso la intervención, no incluyó en
la misma al cuerpo de representantes, que tiene entre sus atribuciones, por
ejemplo, aprobar los aumentos de cuotas sociales. Como a nadie escapa, en la
Argentina vivimos, hace años en un estado de permanente inflación económica, lo
que se traduce, a veces en reconocimiento de aumentos salariales, que
invariablemente se compensan con aumentos de precios, sean éstos de artículos
determinados o de cuotas sociales. Lógicamente, aunque no para mí, los
representantes de socios de las agrupaciones Galicia y Unión Gallega, se
opusieron a todos los pedidos de aumentos que formuló el interventor La Blunda,
motivando que finalmente, fuese el propio juez quien autorizase los
imprescindibles aumentos.
Cambió el gobierno nacional, pasó brevemente el
interventor Iribarren y finalmente llegó Martín Moyano Barro, el actual
interventor.
Éste propuso normalizar la vida política del Centro
y abrió un proceso eleccionario que resultó tragicómico, pero que quizás
comente pormenorizadamente en otra ocasión.
Aquí interviene por primera y desconcertante vez la
nueva agrupación Salud y Cultura.
Se formó un frente entre las agrupaciones reales (no
por monárquicas sino por su existencia)
Galicia y Unión Gallega y para mostrar mayor representatividad se sumaron
los nombres de A Terra y Celta, incluyendo a personas que alguna vez
pertenecieron a esas agrupaciones, no reconocían a la agrupación Salud y
Cultura que, denominan la de La Blunda y, yo mismo les sugiero en una
conversación informal que la inviten a participar, cosa que fuera aceptada,
granjeándome una posterior recriminación,
aunque en tono amistoso, ante la informalidad expuesta por la misma. Este
conglomerado con pseudas agrupaciones presentó lista para cubrir todos los
cargos menos los de junta directiva, debiendo dar de baja a último momento a
las personas de Salud y Cultura, por lo que explicaré más adelante.
La inexistente agrupación Breogán, -ofrezco este
micrófono para debatirlo con quien desee demostrar lo contrario-, presentó una
lista que cubría casi todos los cargos electivos, incluyendo a ultimísima hora
en los mismos a personas de la agrupación Salud y Cultura, que velocísimamente
abandonaron la embarcación de Galicia y Unión Gallega para subirse a la de la
pseudo Breogán.
Producida la elección, la agrupación Breogán, (no
hubo tiempo para modificar la denominación de la lista) se impuso con holgura a
sus contrincantes ocasionales. Esto implicó que la misma contase con 60
representantes de socios en las asambleas y, a la oposición le quedasen 30,
pero, siempre aparece un pero; convocada la primera Asamblea de Representantes
de Socios, batacazooo, la oposición tuvo más representantes que el oficialismo,
¿que pasó? Los ignotos representantes de Salud y Cultura, creo que el nombre
“Ética y Moral” sería más descojonante, se sumaron a la oposición y muchas
personas que habían sido incluidas en la lista sin su aprobación o con una
precaria información, desistieron de cumplir con la obligación supuestamente
asumida.
La situación económica de la institución, siguió y sigue
en su imparable desbarranco económico y, ante ello, el Interventor realizó una
compulsa para que los socios votásemos por si o por no a una propuesta de venta
del edificio social y la cesión del servicio sanitario a un grupo inversor
internacional vinculado a la Fundación Favaloro en la República Argentina. La
respuesta fue contundente y terminante
por parte de los socios, el 96,88% de los numerosos participantes dijo
“si” a la propuesta de venta y el “no”,
junto a los anulados y en blanco sumó el 3,12% . Contundente y
terminante digo yo en términos matemáticos, pero, no para las “dos de siempre”,
que en una asamblea para resolver el tema no aprobaron los balances de las
intervenciones ni siquiera el último de su propia gestión, generando la
imposibilidad de cualquier avance en las gestiones para las cuales aceptaron
formar una comisión negociadora, valga la paradoja.
Trece personas de las agrupaciones, existentes o no,
-hay quienes quisieron formar una séptima-denunciaron en distintas causas al
actual Interventor, en todas fue absuelto. Él, a su vez, inició procesos
judiciales contra sus denunciantes. Todo esto es nimio de verdad, el pasado
político y económico del Centro no tiene ya ninguna trascendencia; el presente
nos dice que nos precedieron en la desaparición, el Hospital Francés, el
Hospital Israelita y, hace apenas unos días, el Hospital Español; el futuro no
es difícil de predecir.
Yo me pregunté en el titular de este comentario si
las agrupaciones harán algo. El pasado viernes se reunieron con personal del
hospital, lógicamente, el resultado totalmente intrascendente, esta semana se
reunirán con el sindicalista Héctor Daer. Los plazos se acortan aceleradamente,
“las dos de siempre” las que lo llevaron a la intervención, Galicia y Unión
Gallega, definen el futuro de los socios del Centro Gallego, aparentemente, para
ellas, los guarismos 96,88 a 3,12 no tienen la menor validez. Eso sí, son
afortunadas, si hoy hubiese un proceso que les permitiese acreditar su real
representatividad, no creo que alcanzasen ni siquiera el pobre 22,76% que
obtuvieron en las últimas elecciones realizadas el 28 de agosto de 2016 cuando
entre ambas cosecharon 259 sufragios. Lo repito, entre Galicia y Unión Gallega,
en las elecciones realizadas el 28 de agosto de 2016, recogieron 259 votos y,
con ese capital están imponiendo hoy, las condiciones que traban todo tipo de
negociación en relación con el futuro del Centro Gallego.
Finalmente quiero aclarar algo que no expresé con la
mayor precisión en el editorial del domingo 21 de enero bajo el título
“IMBECILIDADES E INJERENCIAS INMORALES ACERCA DE LA VENTA, O NO, DEL CENTRO
GALLEGO DE BUENOS AIRES”.
Lo de las imbecilidades, no estaba referido a
quienes se oponen a la posible venta, sino, y me reafirmo, a quienes celebraron
el aparente fracaso de las negociaciones. Lo de las injerencias inmorales, no
hallo mejor ejemplo para mostrar que, el de un médico que, no siendo socio de
la institución y habiendo iniciado un millonario juicio contra la misma, es
decir, contra cada uno de nosotros, que como muy bien dicen algunos de sus
sostenedores, somos los legítimos dueños. Para mí, este accionar es absolutamente inmoral y nada
me hará cambiar la calificación. Es decir, no es inmoral que haga un juicio, lo
inmoral es que haciendo un juicio contra los dueños del Centro Gallego, que
somos los socios, se arrogue luego potestades de calificar o aconsejar que
debemos hacer los socios ante la contingencia actual. Que se guarde sus
consejos y que se preocupe de pagarle los honorarios a sus letrados, a ver si
nos puede sacar, a los socios del Centro Gallego, una buena tajada económica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario