En Buenos Aires a 16 de enero de 2018, nota enviada al Interventor en el Centro Gallego, hay otra similar, del
Grupo Ribera del 15 de enero
Se conocieron esta semana
sendas notas enviadas al Centro Gallego de Buenos Aires, enviadas por el Grupo
Ribera (15-01-18) y por la Fundación
Favaloro (16-01-18), las notas son muy similares y comparto con ustedes la
lectura de la enviada por la fundación argentina: (lectura nota).
Ante la difusión pública de
tales notas surgieron comentarios festivos y pedidos que rezan por la no venta
del hospital y, aquí debo aclarar que todo el mundo tiene derecho a
formularlos.
Al parecer, muy poca gente
ve el emparentamiento que existe entre la desaparición del otrora glorioso
Hospital Español y la actualidad del Centro Gallego, ambos de la ciudad de
Buenos Aires. Las dos instituciones, fueron llevadas por pésimas dirigencias a
situaciones terminales.
La sanidad mutual en la
Argentina, debió cambiar radicalmente, a partir de la vigencia de la Ley 18610
de obras sociales del año 1970. Quienes supieron adaptarse a la nueva realidad,
hoy son líderes en la asistencia privada. Los hospitales, Alemán, Británico, e
Italiano, son claros ejemplos de ello. Por el contrario, quienes con malas
dirigencias no supieron adecuarse a los nuevos tiempos fueron condenados a la
desaparición, entre otros, los hospitales, Francés, Israelita, Español y el Centro Gallego de Buenos Aires.
La semana anterior comenté editorialmente
que, quienes siendo socios del Hospital Español se acercaban para recibir atención con un turno otorgado con
anterioridad, eran humillados con la frase, “el Hospital Español sólo atiende a
personas que a través del PAMI tengan su cápita en el mismo”. Ello implica que
los exsocios no tienen ni el mínimo
reconocimiento por sus años de aportantes y, que lejos de recibir algún indicio
de protección de quienes la esperaban, se encuentran con la cruel indiferencia de
los estados, argentino y español.
Como socio del Centro
Gallego, vino a mi mente el refrán que dice: “Cuando las barbas de tu vecino
veas cortar, pon las tuyas a remojar”.
El Centro Gallego, como sus
pares en la mala gestión directiva, ya ha desaparecido. Conservamos, no
obstante, la mayoría de los socios, la esperanza de una venta del edificio con
cesión de la atención hospitalaria, que nos permita seguir contando con atención
sanitaria prestada por una empresa de medicina prepaga. Esto es lo que aceptó
la Asamblea de Representantes de socios realizada el pasado 18 de diciembre,
con un dictamen final para conformar una comisión negociadora, para tal venta,
que al día de hoy ya está constituida y por lo tanto debiera estar, y quizá así
ocurra, abocada a la tarea encomendada. Y
que nadie me diga que estamos en época de vacaciones.
El rechazo a la operación de
venta, manifestado en las notas del Grupo Ribera y la Fundación Favaloro, se
genera por la no aprobación en la mencionada asamblea de los últimos balances
de la entidad, el último de la gestión oficiada por la junta directiva y todos
los de las intervenciones, lo que según el grupo inversor hace que no se pueda
determinar la deuda. Aquí considero apremiante la intervención de la comisión negociadora,
la situación desesperante de los socios,
no admite pausas ni dilaciones.
Y hago hincapié en los
socios, porque, al día de hoy, somos los únicos y legítimos dueños de la
institución, desamparados hace años de cualquier tutelaje que nos pudiesen haber
brindado los gobiernos de Galicia y/o España, quienes, en una actitud
totalmente hostil hacia la entidad, solicitaron, hace bastante tiempo, la
desafectación de la misma de la obra social OSPAÑA, ahondando con ello las
dificultades económicas que hace años la acompañan.
Por fin, aceptando que todas
las personas tienen derecho a manifestarse, siempre en el marco del respeto,
considero que, festejar las notas recibidas esta semana en el Centro Gallego u
oponerse a la venta del mismo, sin proponer alguna salida alternativa y, tiempo
tuvieron, es: en el caso de los socios una imbecilidad y en el de los no
socios, una injerencia inmoral.
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