ALEJANDRO LÓPEZ DOBARRO, ¿ES, SE HACE O LO HACEN?
Cuando hace algo más de siete años, Alejandro López
Dobarro, concurrió por primera vez a mi programa, enviado por el Partido
Popular, me pareció un buen pibe que tenía mucho por aprender de nuestra
colectividad, por ejemplo, que otro Dobarro, Andrés, había sido un
destacadísimo cantante gallego. La opinión no cambió pese al ostracismo
informativo al que me sometió durante su ejercicio de encargado de prensa del
PP de la Argentina, supuse que sólo
obedecía órdenes. Llegó el triunfo de Alberto Núñez Feijóo en las elecciones
gallegas del 2009 y Alejandro fue designado Delegado de la Xunta de Galicia
para Uruguay y la Argentina, luego Vicepresidente de la Obra Social OSPAÑA y
también Director de la Gestora que conduce al Partido Popular de España en la
Argentina. O su vocación de servicio es muy grande o no sabe rechazar cargos,
no teniendo yo objeción alguna que formular ante cualquiera de las dos
hipótesis.
¿Adónde apunta entonces este comentario editorial? A
manifestar mi desagrado por una decisión del PP de España en la Argentina hacia
nuestro programa, es decir hacia mí, en el reciente proceso eleccionario
realizado en España. La cosa es así, el partido solicitó a todos mis colegas
presupuestos de costos para realizar publicidad electoral, a mí no se me pidió
pese a concurrir personalmente al acto de inicio de campaña en la propia sede
del partido, al cual había sido invitado. A pesar de creer que la situación de
intervención en tal partido lleva ya demasiado tiempo sin hacer partícipes del
funcionamiento del mismo a los afiliados, jamás hice ningún comentario sobre el
tema porque realmente no es de mi interés, razón por la que creo que, el
pretendido castigo económico no es por algo inherente al propio partido.
¿Entonces porque la sanción? Me atrevo a
decir que, por hablar. Algo difícil de entender, ejerciendo yo el periodismo y
siendo ésta la profesión del máximo responsable del PP español de la Argentina.
Don Alejandro, dentro de sus múltiples tareas, ha
sido gran responsable de la realización de las dos exitosas ediciones del
Buenos Aires Celebra Galicia, su tarea ha sido ampliamente reconocida, pero, apareció
un tal Muxo y destapó el gran papelón de la promocionadísima muiñeira más larga
del mundo, sí, yo que me entusiasmé, como gallego, con esta ilusión que me
vendieron en ambas celebraciones, finalmente fui quien informó de lo que
aparentemente se pretendía que pasara desapercibido, que el record no se había
logrado, lo cual era una posibilidad. El
hecho de solicitar la homologación de un record, amerita pagar una tarifa
fijada al efecto, esto se hizo el año anterior y, si bien no se realizó el
intento por lluvia, el pago se formuló igual quedando el mismo para aplicarlo
en la edición de este año. Lo que si hubo que pagar dos veces, fue el alquiler
de un dron para registrar el largo del baile. La condición del Guinness para
avalar el record era que en el baile participaran 600 personas, ¿Cuántas
participaron? 279, es decir no se llegó al 50%. Yo, teniendo en cuenta que se
invirtió dinero durante dos años seguidos, que se promocionó hasta el hartazgo
que se iba a lograr el record, haciendo que hasta el propio Embajador de España
repitiese la falsa información digo que, esto fue un fracaso previsible
ocultado hasta que yo hablé. Por supuesto que mi única intervención en el hecho
fue la de informar.
Otra cosa que seguramente molestó a la gente del
partido fueron las cartas abiertas al Presidente de Galicia y los comentarios
que realicé en relación con la situación en el Centro Gallego de Buenos Aires.
Si bien no soy el único conductor gallego con quien la
agrupación política tiene divergencias, creo que es una mera coincidencia que no parezca tenerlas con los
argentinos. Lo que sí creo no es coincidencia, y me preocupa, es que Alejandro,
en su condición de Vicepresidente de la Obra Social OSPAÑA, aprobó que ésta reforme
sus estatutos para dejar fuera de la misma al Centro Gallego de Buenos Aires,
la institución gallega más trascendente del país, preocupación que aumenta
cuando él mismo me cuenta que, devolvió las tarjetas que tenía para el uso de dos cocheras
gratuitas en el Centro Galicia, por sentirse afectado por el traslado que se le
informó de las mismas al segundo subsuelo. El Centro Galicia junto con el gobierno
gallego son socios en la Fundación
Galicia-América que regentea el Colegio Santiago Apóstol, instituto premiado en
el año 2013 por la Federación de Sociedades Españolas de la Argentina con la
medalla de la Hispanidad. En el acto de premiación, vi azorado como el representante
del gobierno gallego en la Argentina, permanecía lo más distante posible de los
alumnos que recibieron la distinción al instituto educativo, cuando considero,
debió estar en el centro de la escena, y no para figurar, sino para potenciar
tal distinción. Claro que su reiterada indiferencia hacia los actos del centro
educativo no podía presagiar otro comportamiento. Pero aún hay algo más, el
Centro Galicia de Buenos Aires, en cualquiera de sus dos sedes fue
históricamente, lugar de encuentro entre los Presidentes no sólo gallegos sino del
propio gobierno español, con la
colectividad. Allí se realizaron multitudinarias celebraciones junto a Fernando
González Laxe; Manuel Fraga Iribarne; Emilio Pérez Touriño, Alberto Núñez
Feijóo; José María Aznar; José Luís Rodríguez Zapatero y hasta los Reyes Juan
Carlos y Sofía. Este año, tengo derecho a suponer que Alejandro y el Partido
Popular, resolvieron que el Presidente gallego se reuniese en el Club Español
con sus paisanos en una sala donde se congregaron escasas 300 personas, ¿no
resulta raro cambiar el tradicional bastión gallego por el Club Español?
Alejandro me asegura que él no tiene nada que ver
con la discriminación hacia mí y, atribuye lo sucedido a un mal entendido. Yo
no tengo porque no creerle, pero de lo que si estoy seguro es de que fue
intencional, por lo cual, en su condición de autoridad máxima del partido le
debo adjudicar responsabilidad primaria, aunque esto me lleve a preguntar ¿es,
se hace o lo hacen?
Ah, me faltó decir algo, desde el partido -no
Alejandro- se me ofreció pagarme por el trabajo que no realicé, obviamente, no
lo acepté.
Muxo
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