domingo, 4 de febrero de 2018

EL CENTRO GALLEGO SE ACERCA INEXORABLEMENTE AL PRECIPICIO (LIQUIDACIÓN) ¿LAS AGRUPACIONES SE DARÁN CUENTA? ¿HARÁN ALGO?

Lo primero que voy a explicar es,  cuales y que son las agrupaciones del Centro Gallego y  su situación actual. Las agrupaciones son  grupos de socios que, desde las mismas, participan de la vida política de la institución, siendo sus integrantes  quienes luego de participar en las elecciones, cubren los distintos cargos estatutarios del Centro. Durante algo más de los últimos cincuenta años, las agrupaciones eran 5 y todas ellas participaron de la dirección de la entidad hasta el año 2012. Estas cinco agrupaciones eran: A Terra (a la cual pertenecí); Breogán; Celta; Galicia y; Unión Gallega. En la actualidad hay una sexta agrupación, Salud y Cultura, que fue creada desde que el Centro está intervenido. Antes dije que las agrupaciones eran cinco y paso a explicar el eran: Durante 20 años hubo un pacto de gobernabilidad, por el que, todas se distribuían de forma consensuada los cargos que se renovaban y, ocuparon  una vez cada una la presidencia en los cinco períodos comprendidos. El pacto finalizó en el año 2010 y no fue renovado. Se realizó el correspondiente proceso eleccionario y la coalición que formaran Galicia y Unión Gallega, se impuso en los comicios, obteniendo con ello la presidencia del Centro y las correspondientes mayorías, preestablecidas, en los distintos cuerpos estatutarios, repartiéndose los cargos de la minoría entre las agrupaciones, A Terra, Breogán y Celta que, conformaran la coalición derrotada la que además contaba con la bendición de la Xunta de Galicia, avalada por la fotografía del presidente Núñez Feijóo junto al candidato presidencial, José Luis Seoane, curiosamente o no, hoy presidente de la Obra Social OSPAÑA.
Asumida la administración del Centro, entonces gerenciado sanitariamente por la Fundación Galicia Saúde, (integrada igualitariamente por el propio Centro Gallego y la Xunta de Galicia) rápida e irresponsablemente, la mayoría de integrantes de la Junta Directiva que respondían a las agrupaciones Galicia y Unión Gallega, resolvieron disolver tal fundación y que la institución recobrase su funcionamiento histórico, con la total potestad de las actuaciones a cargo de la comisión directiva y los cuerpos estatutarios.
Aquí debo aclarar que lo de irresponsablemente, no es por el resultado obtenido, sino, porque se hizo sin tener ningún plan alternativo para paliar la inminente disminución de ingresos que representaba la desvinculación del gobierno gallego y sus importantes aportes económicos.
Transcurridos dos años del nuevo gobierno, se realizaron las elecciones, denominadas de medio mandato, donde debían renovarse el 50% de los cargos estatutarios. Antes de la convocatoria, las agrupaciones, A Terra, Breogán y Celta, pidieron a todos sus miembros que renunciasen a los distintos cargos ocupados, lo que fue aceptado en su casi totalidad. Ninguna de estas tres agrupaciones se presentó a la convocatoria eleccionaria, por lo que, después de 22 años, el Centro Gallego de Buenos Aires, pasó a ser dirigido sólo por las agrupaciones Galicia y Unión Gallega.
Esa fecha indudablemente marcó la desaparición real de las agrupaciones A Terra, Breogán y Celta, de la vida política del Centro Gallego pero no de nuestras vidas, porque quienes las representaban quitaron a la obra social OSPAÑA, de la institución que le diera vida y años después vergonzosa e inescrupulosamente reformaron los estatutos de la misma, -con el aval del Gobierno de España y de la Xunta de Galicia- desafectando totalmente de la misma a la institución que motivara su creación, es decir, el propio Centro Gallego de Buenos Aires.
La realidad nos impuso que, en el Centro sólo quedaban dos agrupaciones, Galicia y Unión Gallega. Al poco tiempo renunció el presidente Carlos Vello, lo reemplazó la señora Marta Donsión (quien siguió manteniendo su condición para la Xunta de Galicia, con el Centro intervenido judicialmente por el estado argentino). La situación económica desesperante, traducida en paros y abandonos de puestos de trabajo, motivada por las grandes deudas con la plantilla de trabajadores, motivó finalmente, avalada incluso por pedido de los propios asociados, la intervención judicial de la entidad.
La intervención fue dispuesta para que trabajase en colaboración con la Junta Directiva existente, pero, ésta seguía manejando la situación desconociendo absolutamente cualquier tipo de facultades que pudiese tener Carlos La Blunda, quien era el interventor designado. Entre otras perlitas, contrataron como gerente de asuntos legales al famoso espía Ciro James, juicio mediante, despedido luego por La Blunda; despojaron del cargo de subdirector médico al doctor Javier Santos, cargo que le restituyó el interventor. Ante estas trascendentes decisiones y otras menores, repito, inconsultas con el Interventor, éste solicitó al juez interviniente el desplazamiento de la junta directiva. Aprobada la petición, comenzó una etapa de reconstrucción de la casi nula entonces prestación de servicios a los asociados, se habilitaron servicios y áreas que habían dejado de funcionar, se instaló un moderno tablero de electricidad que permitía la ocupación plena del hospital, increíblemente el anterior tenía alguna llave “calzada” con un destornillador para que no “saltase” y no toleraba un consumo pleno, se instaló un nuevo tomógrafo hace menos de tres años y, de pronto, otra vez las agrupaciones, Galicia y Unión Gallega, las que condujeron al Centro a la Intervención Judicial.
El juez que dispuso la intervención, no incluyó en la misma al cuerpo de representantes, que tiene entre sus atribuciones, por ejemplo, aprobar los aumentos de cuotas sociales. Como a nadie escapa, en la Argentina vivimos, hace años en un estado de permanente inflación económica, lo que se traduce, a veces en reconocimiento de aumentos salariales, que invariablemente se compensan con aumentos de precios, sean éstos de artículos determinados o de cuotas sociales. Lógicamente, aunque no para mí, los representantes de socios de las agrupaciones Galicia y Unión Gallega, se opusieron a todos los pedidos de aumentos que formuló el interventor La Blunda, motivando que finalmente, fuese el propio juez quien autorizase los imprescindibles aumentos.
Cambió el gobierno nacional, pasó brevemente el interventor Iribarren y finalmente llegó Martín Moyano Barro, el actual interventor.
Éste propuso normalizar la vida política del Centro y abrió un proceso eleccionario que resultó tragicómico, pero que quizás comente pormenorizadamente en otra ocasión.
Aquí interviene por primera y desconcertante vez la nueva agrupación Salud y Cultura.
Se formó un frente entre las agrupaciones reales (no por monárquicas sino por su existencia)  Galicia y Unión Gallega y para mostrar mayor representatividad se sumaron los nombres de A Terra y Celta, incluyendo a personas que alguna vez pertenecieron a esas agrupaciones, no reconocían a la agrupación Salud y Cultura que, denominan la de La Blunda y, yo mismo les sugiero en una conversación informal que la inviten a participar, cosa que fuera aceptada, granjeándome  una posterior recriminación, aunque en tono amistoso, ante la informalidad expuesta por la misma. Este conglomerado con pseudas agrupaciones presentó lista para cubrir todos los cargos menos los de junta directiva, debiendo dar de baja a último momento a las personas de Salud y Cultura, por lo que explicaré más adelante.
La inexistente agrupación Breogán, -ofrezco este micrófono para debatirlo con quien desee demostrar lo contrario-, presentó una lista que cubría casi todos los cargos electivos, incluyendo a ultimísima hora en los mismos a personas de la agrupación Salud y Cultura, que velocísimamente abandonaron la embarcación de Galicia y Unión Gallega para subirse a la de la pseudo Breogán.
Producida la elección, la agrupación Breogán, (no hubo tiempo para modificar la denominación de la lista) se impuso con holgura a sus contrincantes ocasionales. Esto implicó que la misma contase con 60 representantes de socios en las asambleas y, a la oposición le quedasen 30, pero, siempre aparece un pero; convocada la primera Asamblea de Representantes de Socios, batacazooo, la oposición tuvo más representantes que el oficialismo, ¿que pasó? Los ignotos representantes de Salud y Cultura, creo que el nombre “Ética y Moral” sería más descojonante, se sumaron a la oposición y muchas personas que habían sido incluidas en la lista sin su aprobación o con una precaria información, desistieron de cumplir con la obligación supuestamente asumida.
La situación económica de la institución, siguió y sigue en su imparable desbarranco económico y, ante ello, el Interventor realizó una compulsa para que los socios votásemos por si o por no a una propuesta de venta del edificio social y la cesión del servicio sanitario a un grupo inversor internacional vinculado a la Fundación Favaloro en la República Argentina. La respuesta fue contundente y terminante  por parte de los socios, el 96,88% de los numerosos participantes dijo “si” a la propuesta de venta y el “no”,  junto a los anulados y en blanco sumó el 3,12% . Contundente y terminante digo yo en términos matemáticos, pero, no para las “dos de siempre”, que en una asamblea para resolver el tema no aprobaron los balances de las intervenciones ni siquiera el último de su propia gestión, generando la imposibilidad de cualquier avance en las gestiones para las cuales aceptaron formar una comisión negociadora, valga la paradoja.
Trece personas de las agrupaciones, existentes o no, -hay quienes quisieron formar una séptima-denunciaron en distintas causas al actual Interventor, en todas fue absuelto. Él, a su vez, inició procesos judiciales contra sus denunciantes. Todo esto es nimio de verdad, el pasado político y económico del Centro no tiene ya ninguna trascendencia; el presente nos dice que nos precedieron en la desaparición, el Hospital Francés, el Hospital Israelita y, hace apenas unos días, el Hospital Español; el futuro no es difícil de predecir.
Yo me pregunté en el titular de este comentario si las agrupaciones harán algo. El pasado viernes se reunieron con personal del hospital, lógicamente, el resultado totalmente intrascendente, esta semana se reunirán con el sindicalista Héctor Daer. Los plazos se acortan aceleradamente, “las dos de siempre” las que lo llevaron a la intervención, Galicia y Unión Gallega, definen el futuro de los socios del Centro Gallego, aparentemente, para ellas, los guarismos 96,88 a 3,12 no tienen la menor validez. Eso sí, son afortunadas, si hoy hubiese un proceso que les permitiese acreditar su real representatividad, no creo que alcanzasen ni siquiera el pobre 22,76% que obtuvieron en las últimas elecciones realizadas el 28 de agosto de 2016 cuando entre ambas cosecharon 259 sufragios. Lo repito, entre Galicia y Unión Gallega, en las elecciones realizadas el 28 de agosto de 2016, recogieron 259 votos y, con ese capital están imponiendo hoy, las condiciones que traban todo tipo de negociación en relación con el futuro del Centro Gallego.
Finalmente quiero aclarar algo que no expresé con la mayor precisión en el editorial del domingo 21 de enero bajo el título “IMBECILIDADES E INJERENCIAS INMORALES ACERCA DE LA VENTA, O NO, DEL CENTRO GALLEGO DE BUENOS AIRES”.
Lo de las imbecilidades, no estaba referido a quienes se oponen a la posible venta, sino, y me reafirmo, a quienes celebraron el aparente fracaso de las negociaciones. Lo de las injerencias inmorales, no hallo mejor ejemplo para mostrar que, el de un médico que, no siendo socio de la institución y habiendo iniciado un millonario juicio contra la misma, es decir, contra cada uno de nosotros, que como muy bien dicen algunos de sus sostenedores, somos los legítimos dueños. Para mí,  este accionar es absolutamente inmoral y nada me hará cambiar la calificación. Es decir, no es inmoral que haga un juicio, lo inmoral es que haciendo un juicio contra los dueños del Centro Gallego, que somos los socios, se arrogue luego potestades de calificar o aconsejar que debemos hacer los socios ante la contingencia actual. Que se guarde sus consejos y que se preocupe de pagarle los honorarios a sus letrados, a ver si nos puede sacar, a los socios del Centro Gallego, una buena tajada económica.


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