NADA NI NADIE ESTÁ PARA VIOLARLO

José Manuel Castelao, nuevo presidente del Consejo General de la Ciudadanía Exterior 01/10/2012

El Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior que celebra hoy y mañana, enSantiago de Compostela, el I Pleno de su VI Mandato, ha proclamado hoy nuevo Presidente a José Manuel Castelao Bragaña, ratificando así la propuesta realizada por la ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez
VIERNES, 5 DE OCTUBRE DE 2012 Renunció un funcionario tras decir que "las leyes son como las mujeres: están para violarlas"
El presidente del Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior, José Manuel Castelao Bragaña, debió renunciar a su cargo tras conocerse una declaración en la que lanzó que “las leyes son como las mujeres, están para violarlas”.

Conocí a José Manuel Castelao Bragaña en octubre de 1992, en ocasión de la celebración del quinto

centenario del descubrimiento de América, en una cena organizada por la Federación de Sociedades Españolas en el club Deportivo Español. Concurrí, en mi condición de integrante de la Comisión de Cultura del Centro Galicia de Buenos Aires, con gaiteros y bailarines de dicho centro, quienes junto con integrantes de otras entidades de la colectividad, formaban un pasillo por el que ingresarían las autoridades, la principal: el entonces presidente de los argentinos, Carlos Saúl Menem. Los gaiteros estaban con sus gaitas colgadas al hombro sin tocar. Algún mediocre intrascendente había dado la orden de que no tocasen, cuando de repente apareció este hombre e instó a los gaiteros a tocar. Ante la manifestación de éstos de haber recibido la orden de no hacerlo, Castelao, entones secretario de la Federación, con tono enérgico ordenó que sonasen las gaitas. Gratamente sorprendido, pregunté quién era esa persona y así conocí a Castelao Bragaña, a quien felicité. Luego fue Presidente del Consejo de la Emigración, Diputado en el Parlamento Gallego y ahora se lo había designado nuevamente Presidente del Consejo. Nuestro último encuentro fue en el verano argentino, en la Catedral Metropolitana en ocasión de celebrarse la misa en memoria del ex Presidente de la Xunta de Galicia Manuel Fraga Iribarne. Al presentarme a alguna persona le dijo que en mi programa era en el único de la colectividad en el que nunca había hablado. No es tan así; por lo menos lo entrevisté dos veces y en alguna otra ocasión no me aceptó la invitación a alguna entrevista por no ser de su agrado el tema a tratar. 

Presentada someramente mi relación con el ex Diputado, paso a hablar del caso que hoy nos preocupa que es su expresión: "las leyes, como las mujeres, están para violarlas".
Un alto cargo implica altas responsabilidades, en las que los errores no se corrigen con pedidos de disculpas.
Violar la ley es algo que a un político jamás debiera pasarle por la cabeza, ni aún en la cuestión más minúscula. Pero como esto es de mi parte un pensamiento bastante utópico, los políticos en general, tienen cada vez menos crédito entre la ciudadanía, sin distinción de nacionalidades.
Las palabras violar y sus derivados, son las más lacerantes y humillantes al sentimiento de cualquier mujer y lo debieran ser al de cualquier persona de bien.
Hay cosas sagradas, con las cuales no podemos permitirnos el menor rasgo de irrespetuosidad; la primera, nuestras madres, ergo, las mujeres. Castelao Bragaña, dice en la nota que escuchamos de la Cadena Ser “yo recogí una frase histórica que dice que la ley es femenina y está para violarla”. Acoto que no es exactamente lo mismo: “la ley es femenina y está para violarla” que “las leyes, como las mujeres, están para violarlas” . La frase, más que histórica es, en todo caso, una estupidez vulgar que posiblemente corresponda al ámbito estudiantil. Algo similar podría aplicarse con “el que roba a un ladrón tendrá cien años de perdón” y yo dudo de que el señor Castelao Bragaña, en su condición de abogado, ande recomendándole a la gente robar a los ladrones porque entonces tendrán perdón.
Dice también el ex diputado que la pronunció en el contexto de una reunión privada. No es así; realizó este comentario después de que algunas consejeras le advirtieran de que en una de las mesas, concretamente la de Educación y Cultura, no se habían logrado los votos suficientes y reglamentarios para su constitución. Es evidente que pretendió violar la ley y constituir antirreglamentariamente la mesa, lo que ante la gravedad de su comentario pasó a un segundo plano, pero no deja de ser una ilegalidad.
Ante las palabras del Presidente del Consejo, se produjo la inmediata reacción de consejeras y consejeros, representantes de los emigrantes en diferentes países, que firmaron una carta exigiendo una rectificación y se la entregaron al director general de Migraciones Aurelio Miras Portugal. Después Castelao Bragaña pidió en el discurso disculpas públicas, aunque omitió el motivo concreto.
Entre las delegadas que se sintieron ofendidas, promovieron y firmaron la carta figuran: Miriam Herrero, representante de Suiza; Vicenta González, de Uruguay; Carmen Perez Poyón, consejera en Perú y Ana María Navarro, delegada en Venezuela. También suscribió la carta el anterior presidente del Consejo, Francisco Ruiz.
Dice el doctor Castelao Bragaña: “Yo comprendo que a lo mejor he sido mal interpretado”. No hay interpretación que valga; la palabra violar dicha en ese contexto por tamaña autoridad no podrá ser justificada jamás.
Finaliza Castelao Bragaña diciendo: “en el alma lamento, si con esa frase le he originado un dolor a alguien y especialmente a las mujeres”.
No dudo del sincero arrepentimiento del señor Castelao, pero insisto: estos errores no se corrigen con pedidos de perdón.
El señor Castelao Bragaña tendrá una larga penitencia más dolorosa que su renuncia al cargo. El sentimiento de culpa - estoy seguro - lo acompañará eternamente.